lunes, julio 23, 2007

Etiología y Devenir de lo Chúntaro, lo chundo y lo naco (Completo)



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ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO.


De inicio, habría que hurgar en el terreno de los significados, las definiciones y en las hondas e intrincadas raíces etimológicas de tales vocablos. Veamos:

La tríada de epítetos, según mis acuciosos estudios y profundas investigaciones que datan desde una ya lejana adolescencia, tienen un origen cuasi gentilicio visto desde diferente perspectiva. En sentido estricto, de origen, son sinónimos: identifican al mexicano de las clases cultural, social y económicamente menos favorecidas; aunque, en la práctica, no necesariamente; (algunas corrientes lexicológicas alineadas con el pensamiento filológico más radical, lo sintetizan en el despectivo: “indio”; otras, más moderadas, lo comparan con el mal gusto, lo vulgar, lo cursi y la imitación extralógica de moldes de conducta ajenos e idealizados); el primero (que también es aplicable a sectores pudientes y lleva implícitos procesos de trasnculturización y, aun, desnacionalización), desde una visión extraterritorial y, los siguientes, desde una interna.

Chúntaro es una voz que proviene de la onomatopeya de origen filarmónico “chun tachún tachún” que nos evoca el acompañamiento, con guitarra o vihuela, en compás de 2/4 ó 4/4, que marca el ritmo en los corridos y canciones de corte ranchero.

El origen de Chundo, es incierto. Algunas escuelas se inclinan por clasificarlo como una deformación del anterior y otras por situarlo, también, como onomatopeya derivada del sonido producido por los pies de los matachines en sus danzas (chunchunchún, chunchunchún).

La mayoría de académicos y estudiosos del lenguaje coincide en que Naco es la unión de dos fonemas derivados de “nahoa”, “nahua”, “náhuatl” o, bien, del metaplasmo (metátesis y apócope) aplicado a la palabra “nahuatlaco”.

Ahora bien, la evolución e involución cultural que se manifiesta con el desarrollo y fusión de culturas, producto del proceso de globalización, ha provocado que se generen tres fenómenos inéditos. A saber:

1.- Naquización de la pequeña burguesía.

2.- Aburguesamiento chúntaro y de la naquiza.

3.- Papel determinante de los medios de comunicación como factor de achundamiento social.


NAQUIZACIÓN DE LA
PEQUEÑA BURGUESÍA.

Hace poco más de 20 años, en las fiestas de jóvenes, era perfectamente identificable un “naco” (aunque aún no se les llamaba así, al menos en forma genérica); era alguien que no respetaba la morada de sus anfitriones, pues –en vez de bailar o dedicarse a platicar- se dedicaba a beber. Peor aún, bebía tequila o cerveza. Y lo imperdonable: decía “palabrotas”, aunque estas no llegaran a ser ofensivas, sino –más bien- las utilizaba como una forma coloquial. El darse unos toquecitos no formaba parte de la carta de identificación de un naco porque desde años atrás -otros10, por lo menos- había dejado de ser una afición de los nacos-nacos (la soldadesca) para tomar presencia entre los universitarios middleclass y rockeros como una posición contestataria; nada tenía que ver con lo naco, más bien era socialmente visto como amenaza para el statu quo, algo prohibido.

Una de las características de la globalización igualar bajo una sola bandera ideológica, cultural y de hábitos de consumo a los ciudadanos de los países que mantienen relaciones comerciales para que los productos sean más fácilmente adquiridos y consumidos. Sin embargo, esa misma tendencia se va reflejando entre las clases sociales dentro de los marcos de una nación; pero ante el gran problema de los países atrasados -cuyas sociedades, por efecto de la misma globalización, sufren un agravamiento de la polarización de clases existente-, sólo se transfieren las maneras de consumir para quienes cuentan con los recursos necesarios.

Así, las clases medias se naquizan. Se presenta una contradicción: lo que fue parte de la cultura chunda se torna ajena por haberse convertido en económicamente inalcanzable para ella. Ahora, al formar parte de lo consumible para otro sector esas formas culturales se le enajenan.

Hoy día, los jóvenes clasemedieros –y más que eso- se emborrachan –sí, se emborrachan, no beben- tequila (considerada, antes como propia de albañiles), cerveza (otrora bebida de borracho de cantina para pobres), y se han apropiado de lo que antaño se tachaba de “lenguaje de verduleras”: se dicen “huei” (o güey), “no mames” y se mientan la madre (en sus múltiples variantes) con fruición, sin que ello denote una mínima carga ofensiva; “está cabrón”, “está chingón”. Bailan y cantan música antes tenida como populachera y corriente (naca, pues).


ABURGUESAMIENTO
CHUNDO Y CHÚNTARO.

En oposición, los chundos adquieren linaje; un linaje pirata. Adquieren ropa de marca en el tianguis de la colonia. Se inscriben en universidades de paga, escuelas patito. Curioso: retoman una forma de expresarse que surgió de su clase pero con las inflexiones que toman prestadas de la pequeña burguesía.

Para superar las crisis inconscientes de identidad que provoca el tratar de escapar con su naco pasado (que, en esencia, es parte de un complejo proceso de negación del yo en el aquí y ahora) caen en el hiperconsumismo: el celular más caro, van al spa, se hacen peeling, adquieren todo lo necesario para parecer VIP’s, y –aunque siguen comiendo tacos- lo hacen en la Condesa o en Polanco.

Se vuelven “cultos”: leen a Paulo Coelho, a Dehesa (en Quien) y, si vieron El Señor de los Anillos, dicen “Está mejor el libro”. Igual sucede con El Código del Pinchi.

Nunca se interesaron en la política; pero durante la campaña electoral del 2006 se tornaron en fervientes activistas por internet a favor de FECAL; todo por no parecerse, ni tantito, al tal Peje, “un naco de primera”.

El chúntaro, en su ámbito cotidiano, los EU’s, sigue siendo un ser menospreciado, explotado y segregado por una sociedad racista que lo mira como invasor y terrorista en potencia. Sin embargo, en periodos en que regresa a su lugar de origen –generalmente una población pobre alejada de la mano de Dios y de los presupuestos del Progresa y Solidaridad- se asume como gringo (“I’m an american nacou, you know?”); prepotente y dominante con el favor de Dios Todólar Poderoso y María Sandwíchama. Trata a sus paisanos como lo tratan allá, porque “con dinero baila el perro”.

Muchas veces adquiere lo que el gringo desecha a la par que él va desechando su ser nacional, con excepción de su fe en la Lupita. Y se va alejando y olvidando –en una o dos generaciones- de un país que no le dio de comer.

Su chúntaro ser va deviniendo cholez.

Existe Otro tipo de chuntarismo, como enseguida se verá.

EL PAPEL DETERMINANTE DE LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN COMO
FACTOR DE ACHUNTARAMIENTO SOCIAL.


Bien podría subtitular este apartado como: El Papel de la Tele en la Transformación del Naco en GB pdam (Gente Bonita, pero de a mentiritas).

Las telecomedias del Canal de las Estrellas siempre presentan una imagen idílica de la naquez. Son buenos, pobres (aunque viven, visten y se arreglan como clasemedieros), trabajadores, incultos; pero de buenos sentimientos. Y siempre hablan con sonsonete tepiteño. La linda chundita siempre termina casándose con el rico, guapérrimo e inteligente VIP. Entonces viven muy, pero muy, felices porque la naquita se convierte en VIP.

Pero cuando los nacos viven en cuartuchos o rumbos oscuros (como viven muchos millones de pobres de este nuestro México) indefectiblemente son malos, muy malos; atentan contra los lindos. Además de malos y prietos, son greñudos, barbones, visten mal y –de seguro- les huele el sobaco derecho porque no usan Mum roll on.

Por añadidura, como el televidente tiene que soplarse más anuncios comerciales que programación, ve en ellos modelos de vida que no corresponden a la realidad mayormente observada en la vida real.

¿Qué hacer si no encuentra paralelo con los modelos ahí mostrados? ¿Qué hacer ante esa crisis de identidad?

No sé que opinen los demás; pero, personalmente, para no ser presa de la ansiedad, de la angustia y de la neurosis, asumo mi naca condición existencial; mi chunda yoicidad.



ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO. (Parte 2)


El Tiempo Perdido en la Búsqueda....
(... de la negación naquística).

Los personajes de la gran burguesía mexicana, por su trato con sus correspondientes norteamericana, canadiense, española, etc., –merced a la globalización- han adquirido un extraño síndrome que está siendo objeto de acuciosos y concienzudos estudios. Según los eruditos en el nuevo tema, los grandes hombres de negocios nacionales, cada vez en mayor número, están caracterizándose como sujetos de complejos procesos mentales auto inducidos que los investigadores han dado en clasificar con las siglas SNI (Síndrome de la Naquería Introyectada).

Quienes lo padecen tratan, inconscientemente, de contrarrestar su crisis de identidad desprendiéndose de todo lo que les haga asumirse como mexicanos (que ellos interpretan como símil de naco), ya que esa condición los remite a un traumático sentimiento de naquez inmanente.

Al igual que el chúntaro, el “VIN” (Very Important Naco), paulatinamente va deshaciéndose de se ser nacional; aquél, por necesidad material; éste, por una jungiana necesidad psico social, de reconocimiento. Para evadir su nacura auto conceptuada, cambia su residencia a Miami, Hollywood, New York o Madrid. Se “codea” con financieros, petroleros y el jet set internacional (invita a sus parties a Paris Hilton); también –y desde luego- con los Príncipes de Asturias. Manda a su esposa (o ella va, en el caso de VIN femenina) a parir en los EU’s: hijos con doble nacionalidad o, de plano, gringos gringos, a fin de que los herederos no padezcan los mismos traumas a los que ellos están sujetos. Odia a los políticos mexicanos (por nacos) pero se sirve de ellos para tener acceso a mejores participaciones.

Pueden –como mecanismo de defensa- alternar su estadía entre los países señalados y México. en los primeros, porque responden a sus requerimientos aspiracionales de no sentirse nacos (aunque, en lo interno, es donde se agudiza el síndrome); en México, satisfacen su orgullo al sentirse admirados por la naca clase media cuando aparecen en las portadas de Caras y Quién (si hay suerte, en Hola); además, organizan chundísimas fiestas donde exorcizan su naquería trasnacional disfrazándose de lo que interpretan como in (vocablo con el que se calificaban a sí mismos los nacos gringos de los 60’ -los hippies- cuya semántica va en línea diametralmente opuesta a la connotación que pretenden aplicarle a su apariencia los VIN). Precisamente es esta ambigua situación la que los hace perpetuar la crisis de identidad por sentirse interna y eternamente VIN’s, (repetimos el significado: Very Important Naco). Naco eres y en naco te convertirás.

El VIN’ismo, en esencia, es la otra cara del chuntarismo.

Los especialistas, estudiosos y personas interesadas en el tema pueden ampliar sus horizontes culturales sobre el particular en el INEN (Instituto Nacional para el Estudio de la Naquez) o mediante una consulta a la página web
http://www.naco.org, donde encontrarán todo lo relacionado con lo aquí apenas esbozado.


ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO. (Parte 3)


El chundísimo ritual de los pincheaños.

Cuentan las antiguas crónicas de tiempos idos que las fiestas de quince años ofrecidas a las muchachitas por sus padres tenían como finalidad “presentar a la señorita ante la sociedad” -no cualquier sociedad, sino la de la gente pudiente y aristocrática de rancio abolengo- con el fin de que se convirtiera –como en los cuentos compilados por los hermanos Grimm- en prospecto de consorte, pretensa, de algún noble joven (acaso conde, barón o príncipe, como en los mencionados cuentos) con visos a emparentar de manera conveniente, o convenenciera, linajes u obtenerlos a costa de la joven.

De acuerdo con los valores de la época y sitios donde se originó la costumbre, según sugieren los estudios antropológicos y sociológicos más recientes acerca de lo chundo, el buen gusto, en cuanto a la música y tipo de danza, estaba representado por las composiciones de Johann Strauss.

La costumbre llegó a México, se supone, durante el fallido intento de preservar la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo, al fin y al cabo austriaco, y fue adoptada por los conservadores antijuaristas deseosos de arroparse con linajes y heredades “patito” que ocultaran su naca condición criolla autoconceptuada al sentirse gachupines de segunda por haber nacido en América, “tierra de indios” (Cfr. Primera parte de la disertación donde se explica el origen cuasi gentilicio de la palabra “naco”).

Se presume que la costumbre se extendió a las capas sociales menos favorecidas económicamente por mediación de personajes que compartían espacios con los nobles europeos y los aristócratas criollos pese a su origen indígena y aún humilde (recuérdese a Tomás Mejía y al mismísimo Don Porfirio) en su afán de treparse a los estamentos más altos de la pirámide social. Pero, como sentencia el dicho popular, “La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”; o, como antes dijimos: “naco eres y en naco te convertirás”. O, como dijimos más endenantitos (¡ay, Gabrielito, qué naco eres!), ¿cómo dijimos? ...ya se me olvidó lo que dijimos; pero de que lo dijimos, lo dijimos. De eso no hay duda.

El ritual tuvo su mayor esplendor durante la época del porfiriato, al final del cual se desató la guerra civil revolucionaria.

Los revolucionarios provenían de los sectores más humildes de la población. Muchos de ellos fueron arrancados de sus familias y sus casas; unos, inicialmente reclutados por la fuerza, posteriormente prófugos de la leva; otros, bandoleros perseguidos; y, muchos más, seducidos por la promesa de cambiar la condición infrahumana, de miseria, a la que el régimen los tenía sujetos, en su calidad de peones, en las haciendas.

Todos estos hijos de la desesperanza se encontraron –de repente- en posición de tomar venganza de sus explotadores arrebatándoles bienes, dinero, mujeres y hasta la vida a la derrocada aristocracia. Y, aun, privilegios y posiciones de poder. La masa depauperada toma para sí su cuota del botín. Los carrancistas, los carranclanes (de ahí el vocablo “carrancear”: robar); aunque no es el único grupo revolucionario con esas prácticas.

El saqueo incluye adueñarse de status y costumbres de las clases otrora privilegiadas.

Al concluir el movimiento armado viene el proceso revolucionario de la “democratización del hueso” y, con él, uno de chundo-naquización sociocultural que instala al ritual de los quinceaños como costumbre generalizada; acaso, una especie de carranceo antropológico que domina gran parte del siglo XX.

A partir de los 80’s –cuando la cultura sajona va, progresivamente, desplazando lo europeo como modelo de imitación, antaño tenido por elegante y de buen gusto- las fiestas y bailes de las quinceañeras sufren transformaciones “modernizadoras”. No es casual: el mundo se ve dominado por los nuevos cánones del neoliberalismo de uniformidad global.

Strauss no está en el nuevo imaginario social; choca con los nuevos estándares del gusto musical de una juventud cuyos marcos de identificación están fuertemente influidos por lo “cool”, no por el acartonamiento. Strauss resulta naco. Las quinceañeras tuercen la boca ante la naca insistencia de sus padres de que baile “Danubio Azul”. (“¡Chale, papi, eres megachundísimo!, ¡qué onda, ossea, neto, huei! Yo quiero la del Titanic, ossea”). Y es entonces cuando aparece el SNN (Síndrome de la Nacuidad Negada, por sus siglas en español) que se hace presente en situaciones chuscas: los “maestros del vals” se ven obligados -o lo hacen por iniciativa propia, por desconocimiento- a montar rutinas de baile en compás de ¾ ó 6/8 (como están construidos los valses) sobre música, generalmente, compuesta en compás de 4/4; lo que a la vista da la impresión de “chueco”. Otros maestros, con un poco de conocimientos musicales o de baile, montan rutinas a las que llaman “ballet” porque la quinceañera se echa de espalda en chambelanes brazos mientras levanta la patita; es entonces que los aplausos de la concurrencia, así como las lágrimas de mamá, llegan al paroxismo.

Mención aparte merecen los discursos –entre lágrimas y moqueo- del padre (o del padrino) de la festejada:

“Ayer fuiste un capullito delicado y bello
lleno de dulzura e inocencia.
Hoy despiertas a ser una hermosa flor
De elegantes y sublimes pétalos.

Hoy te despides de tus muñecas
Y de tus juegos infantiles,

Haz dejado de ser niña
Para convertirte en...
¡MUJER!”



¿Mujer, a los quince años?

Como señalamos en apartados anteriores, la cursilería es una característica sine qua non del ser naco. Cuando este se hace consciente, lleva al proceso mental del SNN (Síndrome... etc.); y este, a su vez, se trata de compensar con un proceso chuntárico, que –una vez asimilado y al paso del tiempo- deviene, nuevamente, en chundonaquismo.

¿Una fatalidad? Es fácil deducir que estamos en presencia de un círculo –nadie sabe si virtual o vicioso- de carácter infinito. Una espiral eterna.

ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO. (Parte 4).



La Nacultura, (en la pintura)

Una nueva generación de dibujantes y pintores jóvenes contestatarios –que hoy día ya no son jóvenes ni, mucho menos, contestatarios- formó una nueva e innovadora corriente artística que dio en llamarse “rupturista”. ¿Qué, o con qué planteaban romper? Con lo que alguno de ellos denominó “Cortina de Nopal”.

Tras ese encortinado se encontraban los pintores alineados con el movimiento nacionalista surgido en los primeros tiempos post revolucionarios: los muralistas y otros artistas generalmente comprometidos ideológicamente con las reivindicaciones de las clases sociales menos favorecidas: el campesinado y el incipiente proletariado industrial; quienes frecuentemente eran motivo de inspiración, susceptibles de ser captados o representados en las obras de aquéllos. Una postura, a juicio de los renovadores, muy naca.

Y... ¿cómo diferir de ello cuando la tendencia y cánones artísticos de post guerra apuntaban, ya, a mandar al basurero de la historia el nacionalismo? Lo moderno estaba representado –como hoy se hace evidente- por el abatimiento de las fronteras; por situar el arte mexicano en el contexto mundial. Si las principales galerías de New York y París daban cabida a obras pictóricas desligadas de realidades sociales y –más bien- se enfocaban a representar la nueva condición existencial –la soledad- a la que había sido lanzado el ser humano... ¿a qué asirse a antiguallas? No, no y no; ello sólo sería perseverar en la insoportable nacuidad del ser; en eternizar la chundería como esencia estética del arte mexicano.

Había que desnopalizar la cultura mexicana, hacerla universal. Bróculi. Laitue. Lettuce, (porque, para colmo de la naquería, los nopales poseen espinas).

Los rupturistas renegaron del chundismo inmanente que privaba entre los integrantes del Taller de la Gráfica Popular y la Sección de Artes Plásticas que se forjó en la LEAR. Se despojaron de su naca influencia, si es que alguna vez la sufrieron, y decidieron incursionar en nuevos terrenos desnopalizados, donde fueron precursores.

Hoy, las expresiones pictóricas de los artistas plásticos mexicanos han dejado de ser nopalonas (que es otra acepción de naco); pero, como es mundialmente aceptado, la pérdida de identidad nacional, necesariamente, deviene férrea chuntarez, según sostienen los eruditos en la materia que hemos venido analizando. Tal es la dialéctica de la nacuidad:

Tesis: Lo naco del ser,
Antítesis: La negación de la nacuidad
Síntesis: Afirmación de la chuntarez; que, a la vez, deviene tesis en un proceso superior





ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO. (Parte 5).


La Nacoviolencia. (O, “¿A qué equipo le vas?”)


Siendo, como soy, un perfecto neófito en materia futbolera, he de admitir que mis juicios acerca de se deporte carecen de validez; no así, la opinión que pueda tener en torno a las circunstancias que lo rodean en tanto espectáculo y negocio altamente productivo. El trabajo de investigación realizado para este acucioso estudio historicosocioantropolíticoeconómico requirió acercarnos a diversas fuentes: consulta de docenas de textos encontrados en bibliotecas de todo el país, entrevistas a personajes relacionados con ese deporte y con ramas afines como son marcas de pan, bebidas gaseosas, cerveza, artículos deportivos, bancos, galletas de animalitos, etc. En fin, artículos cuyas imágenes sirven para decorar los uniformes con que los deportistas se visten y calzan.

Además, buscamos acercarnos a especialistas en el comportamiento humano para poder dilucidar los motivos que inducen a los aficionados, atrapados por una incomprensible fascinación, a liarse a golpes, pedradas, botellazos en defensa de nada, so pretexto de apoyar a su equipo predilecto. Para el particular, contactamos con reconocidos profesionales de la psicología con objeto de llevar a cabo una mesa redonda en la que se plantearía, analizaría, discutiría y debatiría el fenómeno desde la perspectiva de diversas escuelas de pensamiento. Logramos reunir a una buena cantidad de disertantes seguidores de Frued, Adler, Jung y uno que otro de Jugo Chánchez (filósofo de la motivación), para llevar a cabo la sesión que pretendidamente nos daría luz sobre el tema: Simposio Acerca de lo Naco de la Violencia en Torno a las Porras (barras bravas) de los Equipos Futboleros. Quien esto escribe, fungiría como moderador del evento, mismo que tendría verificativo en la Biblioteca Vasconcelos.

Debo confesar que llegué tarde a la cita por haberme enfrascado en una acre discusión con el dueño del expendio de periódicos que se localiza justo en la esquina de centro de cultura arriba aludido debido a su terquedad: insistía en contradecir mi posición respecto a que el Kikín es mejor que “Temo”. Tuve que verme forzado a convencerlo, previa confrontación de argumentos basados en la gnoseología analítica del apriorismo fenomenológico aplicado a las canchas, mediante la metodología sistémica enunciativa del “’tás loco, güey”, como tesis de carácter ideológico; después, como confirmación de una praxis emanada de la rigurosa abstracción de la realidad, la incontrovertible condición de materialidad del patín y descontón.

Llegué a la biblioteca y me encontré con la novedad de que estaba invadida por miembros de la PFP fuertemente armados. Lo primero que cruzó por mi mente fue que estarían resguardando la seguridad de Calderón; pensé que, siendo el presidente tan fanático de las “cascaritas” futboleras, habría asistido a presenciar el debate sin haber sido invitado. Pero no fue así; se me informó que un grupo de renombrados académicos que participarían en una mesa redonda se habían enfrentado a golpes y librazos (sustraídos de los anaqueles) después de airadas discusiones en torno al clásico de la pasada temporada: unos sostenían que el árbitro le había regalado un tiro penal al América y otros aducían la validez del marcaje de la falta.

“Si el moderador hubiera estado presente, no se hubiera suscitado la gresca. Habrá que fincarle responsabilidades por los destrozos ocasionados”, gritaba un sargento, ante lo cual me evadí subrepticiamente del lugar; sin embargo, para mi mala fortuna, ya me esperaba el expendedor de periódicos acompañado por varios sujetos que, al grito de “¡Viva ‘Temo’, mueran los kikinistas!”, se abalanzaron sobre mí: dos costillas fracturadas, descalabrado y contusiones en todo el cuerpo.

¡Qué nacos!






ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO.
(Parte 6).


La naco / chúntaro política.

Al igual que en la caracterología del intelectual, el político mexicano moderno termina siendo, por imitación extralógica, una réplica de sus congéneres de otros lares. Tiene la firme creencia de que, en otros países, quienes se dedican a la cosa pública son honestos (sí, pretende ignorar casos como los de sus pares involucrados en ENRON, Standard Oil, etc.); son devotos de la democracia (fingen olvidar que el hermanito de Bush facilitó los trinquetes para que Georgie Boy llegara a la presidencia); saben separar lo que es de Dios y lo que es del César (se distraen ante el hecho de que el susodicho Bush -dicen los mandatarios europeos- siempre termina sus pláticas tratando de convencerlos de que su actuar está avalado por Dios; además de que los presidentes gringos juran desempeñar su cargo, con apego a la Ley, sobre la Biblia y no sobre la Constitución.

Están convencidos de que México tiene un “destino manifiesto”: ocupar un papel preponderante, de privilegio, en el concierto –global- de las naciones. (Creen que, a pesar de las desventajas derivadas del histórico desarrollo deficiente, podemos competir con las grandes potencias que han hecho buenos negocios en nuestro país, no negociado con nosotros). Por interpósita motivación, al estilo Miguel Ángel Cornejo o Hugo Sánchez: “Sí se puede, sí se puede” (para eso existe la institución del fraude).

Suponen que ello se puede lograr favoreciendo la inversión extranjera a fin de incidir en la creación de empleos. Lo que omiten mencionar es que, en los últimos años, precisamente durante los que han conducido el rumbo del país, la inversión ha tomado la forma de compra de instancias económicas ya existentes, por lo que el incremento de la planta laboral no responde a las expectativas. Por lo demás, ni los individuos ni las naciones se enriquecen con su trabajo; esto sólo se logra con la reproducción del capital. Y la ganancia, derivada de la reproducción del capital, se la apropia quien invierte. “Elemental”, diría Sherlock Holmes.

Pregonan las ventajas del TLC sin querer darse cuenta de que la capacidad productiva agrícola y ganadera externa, además favorecida con subsidios, es mucho mayor que la nacional. Sólo unos cuantos pueden competir; pero la inmensa mayoría que tradicionalmente se ha dedicado a actividades agropecuarias se van a la ruina, sin posibilidades de supervivencia, pues no saben desempeñarse en otras ocupaciones diferentes a las que han desarrollado durante siglos sus padres y abuelos.

Denominan “democracia” a un régimen político en el cual se desacredita a los opositores utilizando para ello toda la fuerza del Estado y los medios que mantiene cautivos a través del reparto de privilegios económicos. Inhibe la culturización de las masas mediante publicidad engañosa de sus acciones de gobierno y, en cambio, promueve la desinformación y el cretinismo a través de las programaciones de los medios electrónicos. Así la voluntad de los potenciales votantes resulta ser poco menos que inducida o, en el mejor de los casos, ejercida de una manera totalmente inconsciente.

Por otra parte, ese tipo de “democracia”, chuntárica, deviene plutocracia, ya que se privilegian los intereses a la gran burguesía (local y extranjera) con privatizaciones encubiertas; disfrazadas tras figuras legaloides no contempladas en la Constitución. En contraparte, promueven las políticas hacendarias encaminadas a gravar el consumo.
Todo sea a favor de la Chuntarocracia Restaurada.
Hasta aquí, el lector podrá deducir, sin recurrir a la erudición, que esta forma de pensar coincide plenamente con un acendrado chuntarismo. Prototípico, según se podrá ver en el apartado que aglutina las conclusiones del estudio.

Para ellos, sus oponentes son “populistas”; esto es: nacos. El esquema se repite, a lo largo de la historia de México: chuntarismo criollo vs. naquismo mestizo; chuntarismo escocés vs. naquismo yorkino; chuntarismo conservador vs. naquismo liberal; chuntarismo imperial vs. naquismo republicano; chuntarismo científico vs. naquismo generalizado; chuntarismo dictatorial vs. naquismo antirreelecionista. Con el advenimiento de la Revolución, pareciera que la pugna se resuelve a favor del naquismo; pero, como es sabido, hay ciertas diferencias entre nacos moderados y nacos jacobinos o “puros”. Así que se renueva la contradicción: nacos constitucionalistas vs. nacos agraristas. A fin de cuentas, se impone la nacuidad institucionalizada (moderada), con lo que las fuerzas más radicales del naquismo no encuentran otro camino que la cuasi clandestinidad. Mientras, el chuntarismo pacificado es tratado con cierta tolerancia y hasta recibe favores de los moderados; tantos que, en determinado momento (como se verá en el siguiente párrafo), empiezan a apoderarse del Estado.

Con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la URSS, aparece una nueva correlación de fuerzas. Así como una parte del naquismo moderado comienza a desprenderse de sus congéneres y a fundirse con el reforzado chuntarismo para llegar a la síntesis dialéctica que resulta ser el neoliberalismo, el naquismo jacobino -que ha venido en ascenso desde que su contraparte moderada inició, hace alrededor de 30 años, su declive- muestra un franco desarrollo político.

Con la instauración del poder chuntárico hecho gobierno en el año 2000, y en ciernes aún antes, desde Miguel de la Madrid, se retorna al punto de partida: se encuentran enfrentados irreconciliablemente, como al momento de la Independencia, chúntaros vs. nacos. Aquellos hijos del criollaje contra aquellos hijos del mestizaje. La perfecta negación de la negación dialéctica, cuya negación primera ocurrió durante el porfiriato.

Los tres pilares sobre los que se sostuvo la estructura política del coloniaje fueron: la Iglesia como intimidador de conciencias, el uso caciquil de la milicia y el manejo faccioso de lo jurídico. La Reforma derrumbó el primero; la Revolución, el segundo; pero el tercero –eso que nombran “Estado de Derecho”- continúa bien cimentado, aunque pintarrajeado y raspado por el empuje de la naquiza.

Y quienes reciben el epíteto de “chundos”, aquellos descendientes de los dueños originales de esta tierra, los indígenas, siguen esperando justicia.


¡Mexicanos, 4 siglos y poco más de 8 décadas os contemplan!





ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO.
(Parte 7).


Lo naco de creer que “naco es chido”.

Existen corrientes de pensamiento, que se refieren a sí como contraculturales, que recientemente han pugnado por reivindicar la naquez desde un punto de vista metodológico tergiversado. Esto tiene que ver con una desviación epistemológica derivada de asumir una conceptuación que surge, en la subjetividad, como negación del ser desde una perspectiva ontológica. Esto es: se presume lo naco y lo chundo sin desear serlo; pero sin poder desprenderse de esa condición. Eso afirman los expertos; que conste en actas.

Es un conflicto emanado del reconocimiento de una génesis naca negada, como sucede en el chúntaro; igual en contenido, pero diferente en forma. El naco/chido es consciente de su origen naco; sin embargo, a diferencia del chúntaro, se siente frustrado por sentirse sujeto a tal condición -lo que no sucede con el chúntaro que reniega de su naquería inmanente creyéndose VIN (Very Important Naco)- y, por consiguiente, en su mente se verifica un mecanismo de defensa: siente orgullo de su ser naco; pero en su fuero interno lo sufre, por ello lo sublima con el epíteto “chido”.

Así, su parámetro de lo correcto –“la neta”, dicen los compas- oscila entre, por ejemplo, Roger Waters y Agustín Lara; entre Woody Allen y Tin Tán; entre los performances y la carpa; entre González Iñárritu y “El Indio” Fernández; entre Gustav Klimt y el Colectivo “Arte Grafitero de la Calle”; entre La Jornada y Machetearte; entre el Barza y las Águilas; entre López Obrador y Calderón; entre la democracia y el nihilismo.

“Naco es chido” es una sentencia que contiene en sí un oxímoron implícito; aun constituye, per se, una tautología.

Vanagloriarse de ser “chido” –sentirse “acá”- es una postura con la que se pretende instaurarse en un pedestal dentro de lo que conceptualmente se aprehende como esquema teórico-práctico de la nacuidad. Es erigirse en una especie de elite que se asume cuasi sacerdotisa de lo naco en un símil de lo que se manifiesta en las sociedades profundamente divididas en clases. Es una contradicción indisoluble mediante la que se busca la separatidad, no obstante que se pretende aferrarse a la pertenencia.




ETIOLOGÍA Y DEVENIR
DE LO CHÚNTARO,
LO CHUNDO Y LO NACO.
(PARTE ÚLTIMA).


EPÍLOGO.

Para puntualizar la terminología dada en la primera parte, “El ser Chundo” es la nacuidad intrínseca; la apriorística que se aplica a un sujeto por ser indígena. “Naco” es un vocablo con el cual se descalifica al mal gusto, lo corriente, vulgar y contrario a las costumbres y a la “decencia”; lo contracultural y lo contestatario. “Ser Chúntaro” es el naquismo negado –en ocasiones, mediante la sublimación de aquél- a partir de la desnacionalización cultural y el asumirse con patrones ajenos; así hay chuntarismo cholo, chuntarismo de elite (jet set; artistas), y chuntarismo globalizado (algunos grupos empresariales y políticos). O sea: VIN (Very Important Naco).

Así pues, como corolario a esta serie de disertaciones en las que abordamos algunos enfoques fenomenológicos particulares sobre el asunto que nos ocupa, concluiremos el estudio partiendo de una visión histórica.

[NB: Como el lector habrá podido intuir, el asunto gira en torno a conceptuaciones de tinte clasista y derivaciones que pueden alcanzar la calidad de prejuicios raciales cuyo carácter último es la discriminación y, en casos extremos, el deseo de exterminio].


ETIOLOGÍA

El origen de lo naco se puede situar, según las más recientes investigaciones, en la genealogía de la actual mexicanidad; en la construcción de una perfecta y necesaria trinidad que se esconde tras la gnoseología de la propia identidad del ser mexicano (ourselves identity, como se dice especialísticamente para no ser considerado un investigador naco). Esto es: al forjarse la independencia de la América Septentrional respecto de la metrópoli europea, (donde se origina la caracterología de lo naco hacia los conquistados).

Las aristas de la mencionada trilogía resultan ser los grupos sociales que integran, como se dijo, la nueva nacionalidad. A saber:

1.- La población indígena. Desde un punto de vista sociopsicoantropológico, estos se proyectan (e introyectan) hacia el futuro bajo el estigma de conceptuarse como entes derrotados, abusados y sometidos cuya madre (madre real y madre tierra) fue violada por el gachupín, quien se convierte en una suerte de padrino autoritario y esclavista.

2.- La población mestiza. A partir de las mismas consideraciones y actitud hacia el futuro, es el descendiente no deseado cuya marca indeleble es el asumirse como hijo desheredado por el padre gachupín, a quien –al igual que el anterior- considera violador de la madre.

3.- La población criolla. Es el hijo legítimo y predilecto que, sin embargo, culpa a sus padres de haberlo hecho nacer lejos de la metrópoli (en tierra de indios, de nacos) lo que lo convierte en un gachupín de segunda categoría. Se culpa, además, a sí mismo, de haber despojado al padre mediante el movimiento independentista.

[NB: Se hace hincapié sobre el carácter general de esta clasificación; ya que no se puede sesgar la mirada ante el hecho de que en los tres grupos también se encuentran diferencias socioeconómicas: hubo españoles que llegaron a la Nueva España a reproducir la misma existencia miserable que llevaban en la metrópoli, así como existían nobles indígenas cuyo modo de vida se asimiló a la de la clase dominante extranjera. Sin embargo, ello no afecta al análisis en lo general].

Los grupos sociales insertos en las dos primeras categorías trinitarias, sienten apego por la tierra, conceptuada esta como nacionalidad. Los primeros, como añoranza de la madre perdida; los segundos, como reclamo de una heredad negada, en función de su bastardía.

En los miembros del tercer grupo surge una contradicción indisoluble: se sienten ajenos a la tierra que nacieron, misma a la que pertenecen aún habiéndola arrebatado al padre, quien –no obstante- se las legaría.

Las dos primeras, intrínsecamente nacas. La tercera, nacuidad adquirida en forma innata, en el sentido literal de la palabra.

Y, las tres, por generalización de índole gentilicia, desde una perspectiva extranjera; trinidad inmersa en una nacuidad inmanente.

DEVENIR

En términos generales, la historia de México no ha sido otra que la lucha de dos de los tres polos de la trinidad (el segundo y tercero mencionados en el apartado anterior) por reclamar su parte de la herencia que ambos arrebataron al Gran Padre Gachupín, misma que éste obtuvo despojando al dueño original: el primer polo trinitario, el indígena, grupo que permanece sin heredad alguna. Testigo mudo de la pugna.

Pero ello es motivo de otro estudio. Aquí, lo que importa es que el reclamo legatario conduce a la negación de la nacuidad de las partes en conflicto, lo que deviene ansiedad cuasi neurótica por desprenderse de lo mexicano –que se considera naco-; evadirse buscando identificarse con patrones culturales ajenos -extranjeros- que se creen encontrar en costumbres y modos de vida que prevalecen en los países desarrollados, en las potencias que se manifiestan como puntales del dominio geopolítico y económico en cada época. Así, lo no-naco durante la Colonia, fue lo español; durante el periodo que va de la Independencia al final del porfiriato, lo francés; durante el periodo revolucionario, se asumió la nacuidad; del término del mismo a la fecha, lo gringo.


CONCLUSIÓN

“Naco” es un epíteto de ostensible carácter discriminatorio con el cual se busca señalar, desde un punto de vista generalmente subjetivo y desde posiciones de poder autoconceptuadas, a quienes se considera social, económica, intelectual, política y –en general- culturalmente inferiores.

Sin embargo, desde una visión humanista, -desde las instancias del ser, pues- no existen seres inferiores; las diferencias –esas sí, objetivas- se desprenden del ámbito del tener. Entendido así y dependiendo de la perspectiva desde la de quien emita el juicio, todos llevaríamos a cuestas, en mayor o menor grado, algo de nacos; pero no hay motivo de angustia: A los ojos del poder y del stablishment los demás son nacos. Nacos fueron considerados –y, por ello, segregados- quienes en distintas épocas lucharon por cambiar las viejas y anacrónicas costumbres. Lo fue Sócrates. Lo fue Espartaco. Lo fue Da Vinci. Lo fueron, a su llegada a Mesoamérica, los mexicas (que, a su vez, cuando se hicieron del poder, consideraron nacos a los chichimecas). Lo fue Galileo. Lo fue, a pesar de su pretendida aristocracia (de la que se burlaba) Oscar Wilde. Lo fue Eric Satie. Lo fue Van Gogh. No resultaría descabellado afirmar que, a los ojos de los romanos, Jesucristo era un naco.